ANTECEDENTES HISTÓRICOS
Las ciencias de la astronomía y la física
surgieron cuando los individuos empezaron a tratar de entender los fenómenos y
los objetos naturales mediante la observación.
En la creación de la ciencia de la Física,
Galileo, Newton y muchos otros pensadores más del Renacimiento rompieron con la
filosofía. La filosofía razona a partir de suposiciones para llegar a
conclusiones. Sus argumentos toman la siguiente forma:
“Si esto es así, entonces esto otro tiene que
ser así”. La ciencia procede de manera opuesta: “Esto es lo que se observa,
¿qué puede ser verdadero que nos lleve a esta observación? Y ¿Qué otras
observaciones podremos hacer a partir de ello?” La verdad filosófica es
absoluta: mientras las suposiciones se enuncien y se alcancen algunas
conclusiones, estas conclusiones se mantendrán.
La verdad científica, por otro lado, es siempre
relativa y provisional: es relativa a las observaciones y susceptible de ser rebatidas
mediante nuevas observaciones. Las suposiciones filosóficas se refieren a
abstracciones que van más allá de la naturaleza del universo: Dios, la armonía,
las formas ideales, etc. Las suposiciones científicas empleadas por la
construcción de teorías se refieren solo al universo natural y a la forma en
que este puede estar organizado.
Cuando Charles Darwin (1809 – 1882) publicó su
teoría evolutiva debida a la selección natural en 1859 generó un gran furor. Lo
que más impresionó a sus contemporáneos, tanto a favor como en contra, con
respecto a su teoría, fue su explicación de la creación de las formas de vida,
que dejaba fuera a Dios o a cualquier otra fuerza no natural. La selección
natural es un proceso puramente mecánico.
En la última mitad del Siglo XIX, era común
considerar a la psicología como “la ciencia de la mente”. La palabra griega
psique significa algo parecido a “espíritu”, pero decir mente pareciera menos
especulativo y más susceptible de un estudio científico. Pero ¿cómo estudiar la
mente? Los psicólogos propusieron adoptar el método de los filósofos: la
introspección. Si la mente fuera algo así como un escenario o una arena,
entonces uno podría asomarse y ver qué es lo que pasa en ella. Este era el
significado de la palabra introspección. Se trata de una difícil tarea y más si
uno trata de alcanzar hechos científicos confiables. Para los psicólogos del
Siglo XIX, parecía que esta dificultad podría salvarse mediante un enorme
entrenamiento y mucha práctica. Pero, dos líneas de pensamiento se combinaron
para debilitar este punto de vista: la psicología objetiva y la psicología
comparativa.
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